Los seres humanos tenemos la capacidad de contar historias, desde la antigüedad hemos generado leyendas y mitos que nos acompañan a través de los años y nos impregnan un dejo de emociones al conocer cómo los héroes solventaron grandes aventuras, nos conmueven las tragedias y a su vez nos entretienen y enamoran las historias con más corazón.

Antes de la escritura, dejábamos registros en imagen, sí, con la finalidad de transmitir una idea sin un lenguaje estructurado, nuestros ancestros tuvieron que usar lo que tenían a la mano, logrando imágenes impactantes y poderosas que hoy nos transportan a las cavernas.

Es en ese momento donde nace la narrativa visual, la capacidad del hombre de contar historias a través de un discurso óptico conformado por una o más imágenes que estructuran un relato y que cuenta con 4 elementos:

Sujetos: Los protagonistas de la historia.
Entorno: Lugar donde se da la escena.
Acción: Lo que hacen los protagonistas.
Texto: Esto es opcional y se puede representar a través de un diálogo o poniendo un título.

Lo cierto es, que si buscas que una imagen sea atractiva y memorable, lo mejor es contar una historia. Por ejemplo, hablemos de la ilustración de un barco. Bastaría con poner un bote y vualá ¿no es así? pero, no tendría ningún chiste. Habría que pensar ¿qué tipo de barco es? Si es de motor o de vela, tal vez lleve cables, o un salvavidas, o una cabina, ¿de qué el material está hecho? ¿madera o metal? ¿En qué entorno se encuentra? ¿Es de día o de noche? ¿A dónde se dirige? ¿Quién lo usa? Al colocar detalles y al hacer uso de las partes de la narrativa visual, vamos enriqueciendo nuestra imagen.

Un recurso del cual podemos apoyarnos es del storytelling, el cual se podría definir como una narrativa que atrapa sucesos, con un mensaje final que deja un aprendizaje o concepto. Su objetivo es claro: conectar emocionalmente con el otro a través de una historia. Es la forma idónea para que el público capte un mensaje, ya que se identifica fácilmente con una historia de vida similar a la suya o representa un acto de superación, porque cuenta con un reto o desafío, de modo que permite conectar con el espectador.

Aprende a contar un chiste. Los chistes son las historias más cortas y accesibles. Son básicos para transmitir emociones, suelen ser las historias más carismáticas y dejan valores positivos tanto para quien los escucha como para quien los cuenta.

Los chistes son ideales para aprender de narrativas y storytelling. No necesitan un origen, ni un por qué, solo pasan, pero tienen una lógica con recursos contenidos en la misma historia. Como el pollito que se llamaba Resistol, que se cayó y se pegó.

Intenta pensar también en el punto focal secundario. Este debe reforzar la narrativa de la imagen, sin destacar por encima del principal. Los ojos deben ir al punto focal secundario tras pasar por el principal. Si los espectadores pueden entender la narrativa y la atmósfera que quieres transmitir, sin necesidad de explicaciones adicionales, habrás conseguido tu objetivo.

La forma en que hablas de ti, tu empresa, tu marca y tus productos importa mucho. Tu Storytelling genera una relación emocional que va más allá de lo práctico, que forja lazos más fuertes y permanece en el tiempo.

Guillermo Canek Urrutia Luna / Director de arte.